Cuando eres mamá primeriza no hay nada que te haga sentir como el peor pedazo de asqueroso intento de humano del mundo, que esa primera vez, ese momento en que tu bebe rueda y se cae de la cama. ¡NADA!
Tal vez le causaste quemaduras de tercer grado sirviéndole la leche demasiado caliente, tal vez le tiraste un objeto pesado en la cabeza sin querer, como por ejemplo cuando se te cae el celular tomándote una selfie acostada con él (nunca lo he hecho, ni lo volveré a hacer), tal vez lo olvidaste en el coche, tal vez le machucaste el dedo con la puerta del coche, tal vez le contagiaste de influenza AH1N1, pero nunca, NUNCA vas a sentirte tan mala madre como el momento en que tu engendrito decide darse la vuelta por si mismo y aventurarse fuera de los límites de la cama de un clavado.
Ahh no, espérenme. Te hará sentir todavía peor, el momento en que cortándole las microuñas a tu rémora, te lleves un cachito de piel . Ahí sí esperarás a que venga Servicios Sociales a quitarte a tu hijo. Te lo mereces.